"No sólo no somos [los españoles] los dueños de la lengua: incluso, estadísticamente, somos una minoría. Lo he sabido al viajar a los países hispanos de América, al escuchar las musicalidades italianas del español del Río de la Plata, la claridad clásica del español de Colombia, pero lo percibo sobre todo al escuchar el español que se habla en Nueva York, donde existe una confederación de todas las entonaciones y acentos posibles, y donde se da uno cuenta, por contraste con la presencia del inglés y de la civilización sajona, de todas las cosas comunes que nos han legado el idioma y el tiempo, de la amplitud de los espacios imaginarios que nos abre nuestra lengua".
Antonio Muñoz Molina, "Una provincia del idioma", en La vida por delante, Alfaguara, Madrid, 2002, p. 43-44.

domingo, 7 de junio de 2015

Ser profesor

Nancie Atwell, reconocida como la mejor profesora del mundo

Quizás a la hora de compartir nuestros puntos de vista acerca de cómo debería ser un profesor, podríamos enfatizar el hecho de que cada uno tiene un modo de ver y juzgar una situación, un hecho, una cosa o una persona. Nuestro caso sería tratar de proponer como sería un profesor hoy.
En mi vida he visto muchos tipos de profesores, los hay quienes se hacen amar por todos y también aquellos que se hacen odiar por todos e igualmente quienes se hacen amar por unos y odiar por otros, en fin, sabemos que nadie es perfecto y que “ninguno es una pera en almíbar para todo mundo”.  Por eso creo que el esfuerzo vale tanto para el profesor como para el estudiante el hecho de saber comprenderse el uno con el otro.  
Vamos directamente al punto de “cómo ser un buen profesor”.  En el momento de proponer mi punto de vista, traigo todo lo que tengo desde mi experiencia durante los años de estudio tanto en la escuela como en la universidad.  Una de las cosas que creo fundamentales es que el profesor debe ser convencido y debe saber convencer; hay muchos que tienen grandes capacidades intelectuales pero no saben enseñar, entonces falta esa capacidad para transmitir, muchos otros compensan esa falta con la animosidad que ponen en la enseñanza: alguien decía –no recuerdo quién es-, que para poder ser cercano y convincente se necesita una sonrisa sobrenatural; sobrenatural en cuanto que aquello que refleja con sus gestos denote un interés por la otra persona y no solamente por el hecho de que “se debe hacer”, esto equivale a un respeto por quien está recibiendo el mensaje y el ser consciente por parte del transmisor (el profesor) de que su misión es dar para que quien está delante pueda recibir y aprehender.
No quisiera ser un idealista, porque al fin y al cabo cualquier propuesta que hagamos acerca de cómo debe ser un buen profesor, siempre termina por ser un punto de vista personal.  Entonces un buen profesor sabe comunicar con comprensión, es decir, tratando de conocer las capacidades de la persona que está a la escucha y que quiere aprender; el trabajo de un buen profesor es ser compañero en el camino del aprendizaje dejando la huella del conocimiento y no de sí mismo.
Un buen profesor es quien tiene los oídos para escuchar cualquier inquietud, los ojos para ver la necesidad, las manos para saber indicar, los pies para ser cercano y un corazón para saber dar todo de sí mismo.

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